martes, 9 de abril de 2024

El tesoro de Benítez

- Ella tenía un amante. Lo intuí desde el primer momento. Al principio me dije que eran divagaciones mías, que los fantasmas que me atormentaban no eran otra cosa que mis propias inseguridades. Mi obsesión por la mujer con la que estuve casado 15 años, mis ansias desproporcionadas y el profético pavor de que me abandonara, de que una tarde hiciera las valijas y sin explicaciones huyera con otro. El triste y común desenlace al que le teme cualquier esposo que es devoto, cualquier hombre profundamente enamorado. 

- Pero no fue así. 

- No. En parte, no. 

- ¿Qué pasó, entonces? 

- No lo sé. Fue todo muy confuso. 

- ¿Sabe quién es?

- ¿El otro tipo? Sí. 

- Dígame. 

- Eso no importa. Lo importante es lo que pasó.

- Lo importante es a dónde está. ¿Usted lo sabe?

- Está enterrada como un tesoro. 

- ¿Dónde, Benítez? ¿Usted la enterró?

El guardia abre la puerta de hierro. 

- Se acabó el tiempo - dice. 

- Estamos terminando - replico.

- Ya pasaron cinco minutos. No tiene más tiempo. Por favor, firme el acta y salga.  

- Abogado - Benítez se despide, intentando un torpe apretón de manos con las esposas puestas.  

- Hasta luego, Benítez. Lo veré el martes. 

Apoyo el papel sobre el escritorio de madera oscura y maciza, y firmo debajo de mi nombre. Abogado interviniente: Dr. Pablo Espina. Hago un garabato sobre la inscripción. Luego, me dirijo hacia el sempiterno pasillo que comunica la sala de interrogatorios con la oficina que antecede a la salida del penal. El aire se siente denso en Olmos. A un lado y al otro se filtran gritos, insultos, golpes, estruendos metálicos, chicharras, pero no se puede ver más que dos paredes descascaradas por la humedad.  

La mañana del martes se asoma tras los barrotes amurados delante de un pequeño ventiluz que está colocado en la esquina superior izquierda de la sala. En el servicio penitenciario de La Plata, la mañana se siente mucho más fría, helada. El patio del penal está lleno de escarcha.

- ¿Cómo está? ¿Pudo dormir?

Benítez piensa unos segundos, hace una breve pausa y responde. 

- Algo. La ansiedad me está matando. 

- Entiendo, le traje unos libros. Algunos clásicos, algo de Poe, Kafka, lo usual. ¿Usted es creyente? No sabía si traerle la Biblia o no. 

- Sí, soy. ¿Podría comprarme tabaco? Lo que más me urge es fumar. Me preocupan demasiado mis perros. ¿Alguien les da de comer? ¿Los llevaron a una perrera? 

- No, supongo que estará haciéndose cargo alguna vecina. El juzgado resolverá qué hacer con ellos. Le averiguo quién los alimenta. Mire, este proceso va a ser difícil. Puedo traerle un par de atados, sí.

- Se lo agradezco. Son infinitas las horas en la celda, y en el patio no se consiguen cigarrillos. Ya lo intenté, incluso con tres carceleros y nada.   

- A cambio de algo. Necesitamos que coopere, usted y yo. Hoy nos dieron 20 minutos. Tiene que hablar, Benítez. ¿Dónde está el cuerpo de su mujer?

- Ya le dije. Le di cristiana sepultura. 

El guardia va y viene por el pasillo. Se oyen sus pasos detrás de la puerta. 

- ¡Privacidad, por favor! ¡Necesito dialogar a solas con mi cliente! - le grito. 

El tipo refunfuña y se aleja. 

- ¿Dónde estábamos?  

- Usted dirá. 

- Mire, Benítez, si no colabora se las va a tener que arreglar con un defensor oficial. Se lo advierto. Me da algo sustancioso hoy o no me ve más. ¿Me entiende? A usted se lo acusa de homicidio. ¿Le parece joda eso?  ¿Dónde está el cuerpo? ¿Dónde lo enterró? ¿¡Dónde!?

Me exaspero, elevo el volumen, me irrito. El gran reloj circular colgado al centro de la pared a mi derecha descuenta cada segundo. Las piernas de Benítez se agitan y marcan un ritmo nervioso al chocar la suela de goma de sus zapatos contra el piso de cemento. Está inquieto. Yo también. 

- Cuando lo supe me sentí morir. El alma se me fue toda del cuerpo. Fueron 15 años de entrega total, de pasión desmedida, de admiración, de éxtasis, de goce celestial. Ella era mi amada, mi locura, mi corazón. Durante nuestro matrimonio sólo quise complacerla. Me hice, por voluntad propia, su ciervo, su lacayo. ¿Cómo no iba a enterrar a mi reina? -Llora, se angustia, respira para calmarse y sigue - Ahora lo veo más claro. En las noches apenas duermo, con suerte puedo conciliar el sueño por dos o tres horas. Tengo pesadillas. Despierto a los gritos. Me quedo mirando el techo hasta que amanece. A esa hora se me aparece su rostro. ¡Qué injusticia, Dios mío! ¿Cómo pudo? 

- No lo sé. Son cosas que pasan. Las mujeres son impredecibles. ¿Usted la vio? ¿Cómo lo supo? 

- Fue ese día. 

- ¿Cuál?

- El día que la enterré. 

- Cuénteme, ¿qué recuerda?

- No tanto. Llegué del trabajo a eso de las tres. Temprano. Entré a casa. Las persianas del living estaban cerradas. Los perros ladraban con insistencia. La radio estaba encendida sobre el vajillero del comedor. Una pieza de jazz, creo. Fui hasta la cocina. Había un par de platos sucios, ollas. Salí al jardín. Dos de los pitbull se estaban trenzando. Les tiré un baldazo de agua. Cuando se ponen rabiosos, se muerden hasta lastimarse. Mejor pararlos en seco. Pasé de nuevo por la cocina. Me dirigí al dormitorio. La encontré en la cama tendida boca abajo. Estaba desnuda con el torso descubierto. 

- ¿Había fallecido?

- No. 

- Siga. 

- Intenté despertarla. No pude. Parecía inconsciente. La tomé de los brazos para girarla. Un peso muerto. La cabeza se le inclinaba hacia atrás o hacia los costados, según la moviera. Le quité las sábanas. Observé que no tuviera algún tipo de lesión en el cuerpo. Parecía que nadie la había forzado pero emanaba de su vientre un penetrante olor a sexo. 

- ¿Olor a sexo? 

- Sí, a semen. Toqué, casi rozando, sus partes íntimas. Sobre el monte de Venus y en la entrepierna, un líquido viscoso, pegajoso. Tuve náuseas, quise vomitar. 

- Entonces, ¿usted luego de presenciar el supuesto postcoito, entró en un cólera bestial y la mató, y luego la enterró? - Apresuro a concluir. 

- No. No fue eso lo que pasó. 

- Entonces, ¿por qué no dice dónde está y nos dejamos de jugar a las adivinanzas? 

La pesada puerta de hierro se abre. El guardia es un tipo corpulento, de manos anchas, no muy alto. Con suerte pasa el metro setenta y cinco. Parece de Misiones o de Formosa. Tiene un acento que no es de acá. Es un hombre tenso, de expresión adusta, de piel curtida, de ojos oscuros y fieros.  

- Doctor, es la hora. Tiene que firmar y retirarse.

- Ya salgo - le advierto para que no se impaciente. 

Tomo mi atelier con un montón de papeles para presentar en la mesa de entrada del juzgado de turno. Delincuentes comunes, algún violador que otro, algún cadáver, lo usual. Antes de irme, le digo:

- Benítez, recuerde que el juez solicita que lo evalúe un equipo de peritos psiquiatras para determinar si está usted hábil antes de fijar una fecha para su declaración. Lo mantengo informado. Hasta luego. 

Camino por el descascarado pasillo que conduce a la oficina que antecede a la salida del penal. El guardia va adelante mío. Lleva el uniforme diario: pantalón gris y campera de nylon con el escudo celeste del servicio penitenciario bordado debajo del hombro izquierdo. Tiene los botines marrones desgastados, sobre todo en las puntas. Con una expresión, que es mezcla de resentimiento y haztío, se da vuelta y me dice:   

- Es un tipo raro. 

No respondo. No puedo hablar de mis clientes. 

Acomodo el saco en el asiento trasero del auto. Abro la guantera para buscar un casette. Me decido por Pescado Rabioso. La cinta está empezada. Va por la mitad del lado B. "Y así verás lo triste y dulce que es vivir", desafino. La autopista está vacía. Paso por el despacho para retirar unos papeles antes de ir a casa. El microcentro es un caos, como de costrumbre. 

Los desagradables sonidos que provienen de la avenida invaden el comedor. Se cuelan a través del enorme ventanal desde donde se ve iluminada la noche de Retiro. La efervescencia de las vacaciones de invierno, hace latir una Buenos Aires vertiginosa. El edificio es antiguo, amplio. El departamento es un octavo de paredes anchas, y sin embargo, las bocinas, las sirenas, los colectivos que frenan en cada esquina. Los ruidos interrumpen cualquier postal, cualquier paz. 

- No paro de pensar en Benítez. Lo ví dos veces esta semana. Pocos avances. ¿Por qué no habla este hijo de puta? El psiquiatra a cargo del peritaje es Frömann. Parece un chiste - hago una mueca, una sonrisa mal lograda. Laura me escucha atenta durante la cena- ¿Los chicos, bien? - cambio de tema. Son casi las diez y no sé ni a dónde están mis hijos. 

- Sí, están en lo de mamá. ¿Te acordás que se quedan a pasar la noche ahí? 

- No, disculpame. Tengo la cabeza en cualquier lado. 

- ¿Quién es Frömann? 

- Es el psiquiatra experto en criminología que designaron a cargo del peritaje en el caso Benítez. Es un pelotudo. Una eminencia, pero un soberbio. 

- Bueno, al menos van avanzando. Esas son buenas noticias, ¿no? ¿Por qué es un pelotudo?

- Sí, no sé cuánto se está adelantando. Con el tipo tuve un altercado fuerte hace un par de años. Me dijo que era un insolente porque pedí revisión de parte de varios de sus informes. Ya me había tragado un par de sapos, ya era un profesional de cierto renombre y este imbécil me fue a mojar la oreja. Me encaró entrando a Tribunales como si fuera un meritorio que está comiéndose los mocos, cosiendo expedientes en un archivo. Casi terminamos a las trompadas. 

- ¿Y cómo sigue esto ahora?

- Serán tres sesiones. A lo sumo cuatro. Le van a hacer entrevistas, las van a grabar. Lo habitual, desde el test de Rorschach en adelante. En fin, veremos qué pasa mañana en la audiencia con la fiscal. Gracias por los canelones, estaban exquisitos. Me voy a dormir, no doy más. - Me levanto, le doy un beso en la frente. Llego al cuarto, no sé cómo, me quito la ropa y me acuesto. No duermo. Al igual que Benítez, me quedo mirando el techo. 

- Pablo te quedaste frito- La voz de Laura me despierta. 

- ¡No jodas! ¡La audiencia! - me froto los ojos, me quito las lagañas- ¿Qué hora es? 

- Las ocho y media. 

-  Anoche me desvelé. Recién me dormí como a las cuatro de la mañana. 

Laura va a la cocina a prepararme un café. Me visto rápido. El traje del día anterior, una camisa planchada del placard, medias, los mocasines negros de cuero, un cinturón negro cualquiera. Con el nudo de la corbata a medio armar, me dirijo hacia el palier.  

- Si tomo el café no llego, amor. Desayuno después en el bar del gallego. ¡Gracias! - Grito con la puerta entreabierta mientras llamo al ascensor y cierro. 

Son las once. La audiencia con la fiscal duró casi dos horas. El cielo está oscuro, renegrido. La lluvia revienta furiosa contra el asfalto. Una mañana de truenos, chaparrones. La autopista de La Plata está colapsada por una procesión de autos que no se mueve. Un accidente a la altura de la República de los Niños anuncia un locutor desde la emisora. Siempre colapsa en vacaciones de invierno, pienso. Voy a llegar dos horas tarde.

- Se están acercando, Benítez. Me dijeron que tienen un testigo. Un tal Cárregas, un obrero portuario que asegura que vio a un hombre de sus características enterrar un bulto de proporciones semejantes a las de un cuerpo humano la madrugada del 4 de mayo en la costa del Paraná, cerca de Rosario. ¿Era usted? La fiscal es un sabueso viejo. La va a encontrar. Si los forenses determinan que usted estuvo involucrado, nos van a reventar. Van a pedir que la carátula sea homicidio agravado por el vínculo, seguido de sustracción del cuerpo. Sumando la presión de la opinión pública, es perpetua más quince. ¿Escucha lo que le digo?, ¡Lo van a procesar con cuarenta años de reclusión! Es mejor que hable conmigo, Benítez. 

Me mira con furia. El guardia se asoma. Esta ronco, como si anoche se le hubiese ido la mano con el tinto: 

- En 15 minutos, Doctor.  

- Gracias - le digo al sujeto que me habla detrás de la puerta de hierro.  

- No sé de qué 4 de mayo ni de qué Rosario habla - me increpa Benítez- ¡Usted cree que yo la maté y ya le dije que no!

- ¿Por qué la oculta? 

- Para preservarla. 

- ¿De qué? 

 - Hace una pausa - ¿Usted es casado? 

- Sí. 

- ¿Ama a su mujer?

- También. 

- Entonces, entiende. 

- No. Explíquese, por favor. 

- Un esposo ferviente, que ama con un afecto visceral que le sale como fuego desde las entrañas es capaz de cualquier cosa. Incluso, de perdonar. ¿Para qué quieren exhumarla? 

- Para que la verdad salga a la luz. 

- Esta muerta. Esa es la única verdad. ¿Qué más quieren saber? 

- Cómo murió. ¿No anhela, usted, que se haga justicia? 

- No me hable de justicia. La justicia es una virtud que muy pocos poseen. Quieren que su cuerpo sea profanado, despellejarle la vagina durante horas en la camilla de la morgue, filtrar fotos a la prensa, ver su cara putrefacta en la tapa de los policiales. ¡Me dan asco! - lanza con bronca un escupitajo al suelo- ¡No!  Yo no voy a engordarles el morbo. Está muerta. ¡Y a los muertos se los respeta, carajo! - la voz se le quiebra. 

El guardia anuncia que se acabó el tiempo. La misma dinámica: me despido, firmo el acta y camino hacia la salida del penal. Regreso. Antes de subir al despacho, paso por el bar del Gallego que está en la esquina. 

Estoy muerto de hambre, Pepe. Traeme un sándwich de milanesa y una Coca, por favor.

Como sentado en la barra. Ojeo el diario, mastico, trago. 

- Un negro salió campeón en Wimbledon. No me sorprende, siempre fueron superiores. ¿Me traés la cuenta, Gallego? Me rajo.   

- Doctor, lo llamaron de Paraná. Hay novedades del caso Benítez - me comunica el secretario -. Ah, también llamaron de Alsina, varias veces. Parece que los muchachos nos quieren poner a laburar hoy- dice con un tono medio jocoso -.  

¿Ah, pero mirá qué simpático que estás hoy, Salerno? Andate hasta Paraná y pedí que te pasen un memo. Después pasá por Alsina, debe estar el resultado de la primera pericia. Haceme el favor, ida y vuelta pata pata. Me quiero ir a casa temprano. Anoche prácticamente no dormí.

Hicieron la exhumaci[ond el  dáver y no es/ además esta la pericia.

Ella trabaja con policía científica

 











domingo, 7 de abril de 2024

El mosquito

El cuerpo de esta mujer, las piernas de esta mujer, su cuello, sus manos. El cuerpo de esta mujer, sus brazos. Ella respira plácida en la noche. Su rostro descubierto es fresco y sus labios huelen a vida, huelen a sangre. Ella es presencia. Yo la visito en sus sueños. Danzo en su honor y la celebro. Beso sus sábanas, cada hilo que roza su tibio vientre. La deseo, la quiero. Ella puede sentirme como una epifanía y yo me enredo en sus dedos que vibran entrelazados como las sogas que redoblan las campanas en el cielo de los santos. Yo la venero, la adoro. Es la casta novia que camina hacia el altar, es el sacrificio de una mártir, la hermosa virgen, la gloria. Entonces, bato mis alas de ángel en su habitación, bailo en silencio, giro sobre su lecho y la rondo incansable, lleno de ansias. El cuerpo de esta mujer será por mí profanado. Es un banquete, el festín que voy a obsequiarme en esta cena nupcial. Es, apenas, el néctar de una flor que empalidece. Una promesa en la víspera. Descenderé sobre su pecho profundo y abriré un surco con mi daga. Ella encenderá una lámpara al escuchar mi serenata como el zumbido de mi amor sobrevolando en sus oídos. 


miércoles, 27 de diciembre de 2023

Cómo convertirse en una hija de puta

"- Madre, él me dijo que pensaba que iba a ser un infierno vivir conmigo mientras estuviera estudiando derecho. Dijo que yo era una especie de infierno. Eso es lo que me dijo.

- Yo era como tú -dijo mi madre-. Estaba decidida a estar soltera y divertirme y salir con muchos hombres. No me importaba lo que pensaran los demás".

Lorrie Moore, Anagramas, 1986.


Si Lorrie Moore fuera la autora de este texto, su título sería "Cómo convertirse en una hija de puta". El decálogo escrito al estilo Moore vendría a ser más o menos así:

Necesitas un propósito, una razón que te motive y que invierta la carga de la culpa. Eso te permitirá cerrar los ojos y dormir. A fin de cuentas, nadie elige ser villano porque sí.

Podrás ser más perversa si en verdad eres una víctima. No importa de qué o de quién. Eso es anecdótico: del sistema, de la sociedad, de la época. Da igual. Lo importante es que te hagas de una gran carencia, una triste y dolorosa historia que contar. Así podrás generar empatía en un pegajoso cúmulo de adeptos lo suficientemente crédulos y bienintencionados como para entregarte su confianza. Con ella vendrán confesiones, secretos, confidencias, información. Poder.  

Considera que aunque te llames Marcia, un apodo de "princesa Disney" será de gran utilidad para que tú misma creas el personaje que vas a interpretar, sin olvidar jamás tu objetivo de convertirte en un ser despreciable. 

Ahora bien, comienza desde el principio, en tu temprana infancia, rechazando la identidad que recibiste al nacer, y nace de nuevo, rebautizándote como Ariel o Bella o Nieves. Tu madre pensará que es un juego. Ella está demasiado ocupada discutiendo con tu padre para prestarte atención. 
Sé la adolescente que quieras ser. Nadie notará si te desvías. Rompe los mandatos familiares. Deja atrás la vida sin un peso de tus padres con sus divorcios de aristócratas. Estudia algo serio y prometedor como Contador Público. Fracasa mientras trabajas como asistente de producción en un magazine televisivo y animas fiestas infantiles los feriados. Luego, empieza cualquier otra cosa. Podría ser Publicidad o Dirección de Artes Escénicas. Tu tarareas los jingles de tu mostaza favorita mientras te bañas e imaginas que eres la estrella de un comercial que se estrenará en pantalla grande. Sin dudas, alguna de esas carreras te resultará mucho más facil. 

Cásate con un separado con dos o tres hijos en edad escolar, un tipo espléndido y de apellido patricio - podría ser Álzaga o Anchorena-. El te sumergirá de un chasquido en el ensueño von Trapp y tú dirás:
- Sí, quiero.
Múdate a una hermosa casa en Villa La AngosturaToma varias fotografías al cortar el pastel blanco en el hermoso jardín donde celebrarás tu boda con los pocos que paguen su ticket de avión para asistir. Sé madre. Ten una encantadora vida horneando budines. Vuelve a ser madre. Descubre que tú esposo te es infiel. Descubre también que te estafó. Él lo negará y dirá que estás loca. 
- Creo que deberías ver a un psiquiatra -afirmará mientras le susurras (para no despertar a tus niñas) que por un polvo, pensemoslo mejor, no hace falta romper la sociedad conyugal. Él no responderá.
Llega a tu casa al día siguiente y encuentra que el espléndido, infiel y estafador esposo de apellido patricio cambió las cerraduras. Intuye que no te hizo un juego de llaves. Visita a tu abogado. Descubre las irregularidades en las que estás involucrada. Recuerda la cantidad de papeles que firmaste. Piensa en lo estúpida que fuiste. Piensa durante horas.

Decide volver a Buenos Aires, de donde nunca debiste haberte ido. Sube a tus hijas al auto. Verifica a mitad de la desértica ruta que no tienes plata ni gasolina. Verifica que las niñas tienen hambre y sed. Seduce a un extraño y ruégale que llene tu tanque. Maneja 8 horas más con las niñas hambrientas. Llega a casa de tu madre. Ella vive en un pequeño departamento palermitano que huele a moho. Acuesta a las niñas en su dormitorio. Ve a la cocina a tomar el té que tu madre te ha preparado. Escucha el gran sermón que ella también te ha preparado. Pensarás que ya estás grande para una charla de chicas. Pensarás que la conflictiva relación que tuvo con tu padre no la califica para darte consejos, pero estarás demasiado desesperada y sin fuerzas como para luchar contra el único ser dispuesto a ayudarte.

Duerme un par de días en su sillón verde impregnado a caldo de gallina y telechimentos. Llama a todos tus contactos. Localiza a anteriores jefes y colegas.  Ve a 15 entrevistas. Falla. Ve a 15 más. Vuelve a fallar. 

- Todas las mujeres divorciadas que conozco son infelices.  
- Nombrame a una, mamá.
- Tú. 

Escucha más sermones de tu madre. Escucha los sermones de tu padre. Él cree que no debes seguir viviendo en casa de tu madre. En eso se ponen de acuerdo, los muy bastardos. 
Recibe llamadas telefónicas de tus amigas de Villa La Angostura. Escucha los chismes sobre la actual novia de tu ex. Escucha a tu abogado. Escucha los insultos de tu ex cuando le pidas dinero para la manutención de las niñas. Él se negará a dártelo y dirá que estás loca. 
Consigue un empleo. Trabaja duro. Consigue un departamento. Trabaja duro. Cría sola a tus hijas. Trabaja más duro. Acepta la ayuda de tu madre. Trabaja horas extras. Ahorra dinero. Ahorra más. Llega cansada a tu casa. Llega cansada a tu empleo. Duerme poco. Duerme mal. Lidia con tus hijas y con el resto del mundo. 

Conoce algunos hombres. Desepciónate. Ten con ellos relaciones ocasionales.
- Creo que voy a venirme, Marta. 
- Es Marcia. 
¿Qué?
- Mi nombre es Marcia.  
- Oh, sí, eso... Marcia.  

Cómprate un vibrador. Odia a tu ex por tu desdichada vida. Odia a tu jefe. Él mira mira tus tetas cuando le hablas. Odia a tus compañeros de oficina. Odia al sexo opuesto. 
Muevete a un mejor empleo como Analista Comercial para la categoría de Bebidas Espirituosas de una segunda marca de origen nacional. Mira esmeradamente los correos en tu ordenador. Observa a la gente. Es conveniente que pases un tiempo desapercibida. Escucha de qué y de quién hablan. Aprende. Sabes que tienes un gran talento y que llegarás a ser una extraordinaria hija de puta. Espera algunos meses y anímate a dar el siguiente paso. 
Acuéstate con el Gerente General. Él también mira tus tetas cuando le hablas. Eso no te disgusta. Necesitas un patrocinador, un visionario que esté dispuesto a  invertir en tu potencial. Practícale sexo oral en el palier de su apartamento el sábado a la mañana. Él empujará tu cabeza para que se la mames entera y tú pensarás en el adelanto salarial con el que pagarás la matrícula de preescolar. 
- Tenemos un balance negativo del 5,7 por ciento en este último cuatrimestre. Dile a Recursos Humanos que ticket de almuerzo, mis dos huevos, ¿sabes, cariño? ¿Y qué pasó con la instalación en el predio de San José que te pedí el jueves? ¿Todavía no tienes al negro que lo hace? - te dirá el lunes como si tal. Y tú pensarás en esmerarte más en la próxima mamada. 

"¡Felicidades por tu ascenso como nueva Jefa Comercial!" - celebra el letrero impreso con tu cara a escala gigante que está colgado en la pequeña cartelera al ingreso de tu sector. 

Descansa un poco. Diviértete. Conoce gente en los eventos nocturnos en los que eres auspiciante. Conoce el vértigo y algunos famosos. Descorcha champaign con ellos. Desliza cocaína sobre la mesa. Inhálala. Deja a tu hija de 11 años a cargo de la de 5: Sean buenas, mami las ama y debe irse al trabajo. Ellas piensan que es normal cenar soda, pochoclos y Snickers. Rúegale a tu madre para que se quede con las niñas el próximo fin de semana. Rúegale a alguna vecina para que te cubra en casa por la noche mientras consigues una niñera. Odia al padre de esas chicas. Almuerza con tu padre domingo de por medio. Él te hablará de su tercera esposa y tú te reirás de la vida de mierda que tiene esa perra. 

Mira departamentos a la venta en los clasificados de los sábados. Compra un espacioso tres ambientes en el Once. Múdate con tus hijas al 6to. Asiste a todas las reuniones de consorcio. Conoce a los vecinos. Habla mal de muchos. Habla bien de pocos. Consigue una buena ubicación en la cochera. Cambia el maldito auto que trajiste hace una década del sur, tiene el tapizado quemado por todas los cigarros que fumaste en la autopista. Estaciona con facilidad el nuevo utilitario naranja que pagas en cómodas cuotas. 

Asiste a los actos escolares. Compra los regalos navideños. Pasa las fiestas con tu madre. 
- Con la menopausia me di cuenta de que el único hombre que me hizo realmente feliz fue el instalador del aire acondicionado. Algunas mujeres tienen la menopausia antes de tiempo. ¡Salud, querida! ¿Tú ya estás menopáusica? 

Hazle un juicio a tu ex por la cuota de alimentos. Pierde el litigio. Piérdelo en todas las instancias. Ese malparido nunca debió nacer, pedazo de sorete. Entérate por medio de tu abogado de que tu ex despilfarra su dinero en una colección de Harley Davidson que está a nombre de su novia de turno. A ella le faltan por lo menos 20 años para la menopausia. Llama a tu amiga del 5to para que te acompañe al bar de la esquina por un whisky. Las chicas están dormidas, por suerte. 

Lleva a tu hija mayor a terapia todos los martes. La directora te ha informado de algunas conductas atípicas dentro de lo que se considera el desenvolvimiento normal de una preadolescente.
- Es algo retraída y tiene severas crisis de angustia - Afirmará. 

Cumplirás a rajatabla con el régimen. Lo que menos quieres es que se corra el rumor de que eres una madre irresponsable. La psicóloga te ofrecerá la ayuda del servicio social. Tu le dirás que tuviste algunos problemitas pero que estás trabajando en ello y romperás en llanto mientras le cuentas sobre los malos tratos que recibes de tu ex, la falta de compromiso afectivo y material que tiene con sus hijas y lo difícil que es la crianza para una madre sola y sin apoyo. Ella te dará una suave palmada en el hombro izquierdo y te pondrá en contacto con una organización de especialistas que acompañan a familias disfuncionales. Tu agradecerás y maldecirás por tener que vincularte a un grupo de fracasados. 
Deja de maldecir. Conoce a otras madres en situaciones adversas. Conoce sus injustas vidas. Vuélvete una activista en defensa de los derechos de las mujeres y abraza la causa. Consigue asistencia legal gratuita para obligar al sorete de apellido patricio a pagar, de una maldita vez, la cuota alimentaria. Él expondrá documentos que acrediten su insolvencia y cruzará la cordillera a Chile en un nuevo moto raid, mientras dice que estás loca. 

Mueve la pieza y avanza otro casillero. Ocupa tu posición como nueva Gerenta Comercial y graba tu nombre de princesa Disney (Ariel o Bella o Nieves) en las doscientas tarjetas corporativas que encargarás a tu muy bienvenido asistente. Él no mira tus tetas cuando le hablas. Él baja el volumen de la voz y responde como un suflé mal preparado que acabará en la basura. 
Despliega el organigrama e identifica aliados estratégicos. Planifica almuerzos casuales con los jefes de Administración y de Sistemas, ellos controlan la caja y la información. Será conveniente que, bistec mediante, les hagas tragar un poco de tu mierda y que endulces el café con edulcoradas preguntas sobre la vida de sus esposas y mascotas. Ese será el pase VIP para disfrutar de beneficios corporativos inigualables como fondos al día y acceso ilimitado a correos de colegas y directivosSiéntate y disfruta de la función. 

El suflé mal preparado te contará algo como que su madre sufre de una atípica y compleja enfermedad bronquial que requiere de costosos tratamientos, que el seguro médico se niega a pagar, etc. Tú comprenderás su enfado y las trágicas razones que lo obligan a ausentarse para luchar contra el caótico sistema de salud, pero cuanto menos trabaja él, más tengo que hacer yo. 

El Gerente General, con quien aún te acuestas, te pedirá que vayas a su oficina y mirará tus tetas cuando le hables. Luego, seguirá revisando sus correos y dirá:
-Haz lo que quieras con tu recurso. ¿De acuerdo, cariño?

Volverás a tu escritorio y hablarás con tu asistente. Le dirás que lo lamentas, que tú no haz querido exponerlo pero que la partida de las cien mil etiquetas para la edición Aniversario ha salido mal, que es lógico que dada la situación familiar que está atravesando cometa este tipo de errores, pero que desde hace meses que te preocupa su falta de atención. Di que en verdad lo sientes pero que ellos te han pedido que lo despidas. Incorpora a una nueva asistente. 
Lidera un grupo de cazadores. Ellos son arqueros con un talento innato para atravesar el corazón de los clientes con desgarradoras propuestas comerciales. Viaja de una ciudad a otra. Ve a ferias y convenciones. Vende cajones de bebidas espirituosas hasta embriagar a Cristo. Vende a pequeños mercados, a asociaciones mayoristas y a cooperativas rurales. Vende mucho. Vende más. Viaja por el país en la avioneta privada del Director de la compañía. Ruega que las chicas estén cuidando de tu madre. 
Termina de pagar la secundaria de tu hija mayor. Ella te culpa por la vida que tuvo y conseguirá un trabajo de mesera que le permita huir de tu casa. Tú odiarás al idiota del novio con quién se mudará dentro de algunos meses. El tipo no tiene roce social y es un perdedor que ascenderá cuánto mucho a barman en los próximos tres años. Tú hablarás del tema con tus amigas y les dirás lo ingrata que resultó esa hija. Ellas te aconsejarán que pongas tus expectativas en la menor. Tiene menos traumas y no se parece al sorete de apellido patricio. Además, tiene dotes para la actuación y el baile por lo que podría ser una excelente artista. 

Conviértete a tiempo completo en la empleada del mes. Inaugura una nueva oficina con un nuevo ficus y una nueva insignia profesional como Directora de Nuevos Negocios. Sube a la cima. Ve a exclusivos cocktails con exclusivas carteras violetas. Obtén bonificaciones a fin de año. Brinda por el éxito de la compañía, paga y cobra abultadas comisiones, y lleva a tus hijas a Orlando los próximos veranos

Entérate de que el Gerente General será despedido. Haz una llamada telefónicaHabla con el CFO. Él te contará lo de los sobreprecios con absoluta discreción. Tu dirás que es imposible que Villegas esté involucrado en algo tan turbio y pensarás que el muy cretino va a salpicarte con su mierda. Vuelve a tu departamento en Belgrano. Sube a la cima del estrés. Asiste a un exclusivo y urgente té en lo de tu madre el sábado a por la tarde y luce tus exclusivas ojeras de color violeta. 
Ella te dirá que no puedes seguir así y te invitará a una cadena de oración a la que asisten algunos divorciados los domingos en la parroquia del Santo Espíritu. Tú iniciarás una cadena de oración para salvar tu pellejo
El lunes llegarás a primera hora. Deberás anticiparte o quedarás desvinculada. Irás directo al departamento de Recursos Humanos y presentarás una prescripción médica con el pedido de una extendida licencia psiquiátrica. Si lo logras, renuévala tantas veces como te sea posible e iníciale una demanda a la compañía durante el proceso. Finalmente, regalate una generosa indemnización y vuelve a llevar a tus hijas a Orlando durante el verano. 

Lorrie hablaría con su editor y presentaría un borrador con dos o tres versiones de tu historia. Incluso llegaría a escribir una en la cual el sorete de apellido patricio no es tan sorete (al menos no lo es desde el principio). 
En ella los Von Trapp llevan una pacífica vida en Villa La Angostura hasta que tú te aburres y te encamas con su socio y mejor amigo. Él juega al tennis y hace el amor mejor que tu esposo, y tú intuyes que el semisorete de apellido patricio no es el padre de tu segunda hija.  
La escritora desestimará la exploración de esta trama porque vulnera la esencia de tu personaje. Tú éres una víctima. ¿Recuerdas?

Pensarás en todas las combinaciones posibles. Nada más imperfecto que lo ideal, dirás, y te enfocarás en tu segunda hija. Ella también tiene dotes para la actuación y las tetas grandes, y necesitará una buena y conmovedora historia para contarle a los productores teatrales. 








Un chocolate de pistacho rosa

 Un terrón de luna 

Un pompón de azucar en el cielo.

- ¡Eso no es poesía, niña!
¿A qué el desvelo?

- Quizá un café, mañana 
Un turrón de caramelo.

Descalza el alma en la noche
Danza y gira, y en un lucero
Detiene la cadencia del reloj, el relojero: 

- ¿Quién pudo haber sabido 
Un chocolate de pistacho rosa? 
- La criatura más hermosa. 

jueves, 12 de octubre de 2023

El bautismo de no sé quién

RELATOR: Tan - tan - tan - tan. El órgano parroquial suena con entusiasmo. Nadie lo escucha. Ni el cura ni los novios oyen el armonioso sonido de la marcha nupcial. Los tres perdieron el oído hace tiempo. 

Los bancos de la iglesia están a medio llenar. El resto de la nómina pasó para el otro plano. Punto a favor: 50 por ciento off en cotillón y en catering. 

El sacerdote, un gordo que fue algo picante y macanudo hace al menos dos décadas, hoy reza dos veces los misterios gozosos en sus oraciones diarias y toma una docena de remedios: píldoras amarillas, verdes, rojas. ¿Las azules? No, esas mejor las guardamos para otro momento.   

Ahora, junto a los novios en el altar, el anciano sacerdote se pregunta quién es el joven monaguillo que le hace indicaciones. Al monaguillo no se lo describe en el presente relato porque los monaguillos son más o menos todos iguales: siempre van de túnica blanca, etc., y siempre intervienen cuando es debido.

MONAGUILLO: La celebración ha comenzado.

RELATOR: El sacerdote no sabe de qué le habla. 

SACERDOTE: ¿Esto es un bautismo?, ¿Quiénes son estos los feligreses junto a mí en el altar? 

RELATOR: ¿Habrán de pedir a Dios por su artritis cómo él?, piensa. 

MONAGUILLO: Son los novios, Padre.

RELATOR: El monaguillo hace todo tipo de gesticulaciones e  insiste en hacer señas que el sacerdote no entiende.

SACERDOTE: ¿Cómo pueden ser los novios? ¿Habrá querido decir los abuelos de los novios?

RELATOR: se pregunta el sacerdote. (Pausa) El órgano suena muy enérgico, cada vez con mayor fuerza hasta que los invitados se ponen de pie.

NOVIA: ¿Quién es la novia?

RELATOR: dice la mujer con el tul blanco en la cabeza.

MONAGUILLO: Es usted, señora. Prosigamos, Padre. 

RELATOR: El cura inicia la boda. Los novios se ponen ansiosos. Ella se quiere sentar ¡ya! Y El también. Por fin llega el momento clave, en dónde los caminos de los hombres se unen ante Dios. 

SACERDOTE: ¿Quiere usted tomar por esposo a este hombre hasta que la muerte los separe?

RELATOR: La mujer con el velo responde:

NOVIA: ¿Por qué no responde la novia? ¿Lo habrá plantado? Y ¡Qué feo es el novio!

RELATOR:  Y el novio pregunta:

NOVIO: ¿En dónde estamos, querida? 

RELATOR: Entonces, dice el cura: 

SACERDOTE: Los declaro unidos en Sagrado Matrimonio, en el nombre del Padre y del Hijo, y del Hijo, y del Hijo, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Demos gracias a Dios.

RELATOR: Los novios salen del altar uno del brazo del otro. Los invitados aplauden y se ponen de pie. Tras una larga fila… bueno… larga en un 50%, se enfilan los invitados de la pareja de flamantes tórtolos. (Pausa) Fuera de la Iglesia, ya como recién casados, la mujer del velo blanco sobre su cabeza mira al marido y dice: 

NOVIA: Buena la película, ¿no?

RELATOR: Y él responde:

NOVIO: Sí, ¿cómo se llamaba el actor?