A ese, inclino, a diario, la mirada
para verlo morir
siempre sin renacer.
Él quiso que lo matara
y debo estar muerta, también.
No le escribo. No hay palabras
en la fosa que cavé
antes del último punto, sólo silencio
en el requiem cotidiano del difunto.
en el requiem cotidiano del difunto.