La manzana roja
De la lujuria,
La dulce fruta
Prohibida, a Dios,
Con fervor, rezo:
" Apártala, Señor";
Sabe el Creador,
Qué una mordida
Bastaría; bien que
Por ese pecado
La eternidad
Perecería.
Así, al suplicio
De cada noche
Vuelve mi alma
A su plegaria,
Entristecida:
"Aleja, Señor,
De mis labios esa
Fruta enrojecida
Y concédeme, Dios
Mío, ser gusano
En otra vida".