domingo, 7 de abril de 2024

El mosquito

El cuerpo de esta mujer, las piernas de esta mujer, su cuello, sus manos. El cuerpo de esta mujer, sus brazos. Ella respira plácida en la noche. Su rostro descubierto es fresco y sus labios huelen a vida, huelen a sangre. Yo la visito en sus sueños. Danzo en su honor y la celebro. Beso sus sábanas, cada hilo que roza su tibio vientre. La deseo, la quiero. Ella puede sentirme como una epifanía y yo me enredo en sus dedos que vibran entrelazados como las sogas que redoblan las campanas en el cielo de los santos. La venero, la adoro. Es la casta novia que camina hacia el altar, es el sacrificio de una mártir, la hermosa virgen, la gloria. Yo bato mis alas de ángel en su habitación, bailo en silencio, giro sobre su lecho y la rondo incansable, lleno de ansias. El cuerpo de esta mujer será por mí profanado. Es un banquete, el festín que voy a obsequiarme en esta cena nupcial. Es, apenas, el néctar de una flor que empalidece. Una promesa en la víspera. Descenderé, entonces, sobre su pecho profundo y abriré un surco con mi daga. Ella encenderá una lámpara al escuchar mi serenata como el zumbido de mi amor sobrevolando en sus oídos. 


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