lunes, 21 de diciembre de 2015

Vidas

Vas a decirme, ahora, 
Con esa dosis justa
De dogmático descaro 
Que, a veces, se te escapa
Que hubo otras vidas.
Es tarde. Lo sé.
Es tarde para hoy
Y, los de aquella Buenos Aires.
Quién sabe
Si este verso
Me pertenece
O si antes lo escribieras:

"Como un río que agita
Y arrasa las costas
A su paso
Fuimos, quizá,
En otra vida.
Y en esta,
Sumergida 
El alma fluye
Por otro brazo,
Por otro cauce
E Intuye 
Todavía,
Todavía..."

viernes, 18 de diciembre de 2015

El jazmín

Quedarme
Un rato demorada.
Quedarme
Como si nada pasara
O como si todo aconteciera
En un jazmín
Dejar quieta la mirada;
Soltar un momento
En la maceta,
Bioma de arcilla:
Llanura, valle, meseta;
Principio y fin
De la flor.
Quedarme,
Ser, apenas, 
Un espectador
A la otra orilla
Del tiempo,
En una silla.

martes, 15 de diciembre de 2015

Capricho

Insistir,
Persistir 
En un capricho
Es abrir un hueco, 
Un nicho, una fosa,
Donde un eco 
Se refleja 
Y el alma
No reposa. 

lunes, 14 de diciembre de 2015

Ese beso

No sé.
Será que algo se detuvo
Y que hubo en ese beso
También eso que dijimos.
¿Qué fue?
¡Que nos quisimos! 

jueves, 10 de diciembre de 2015

Nostalgia II

Cuando sus ojos
Se me van, como
Cayendo, y con 
Ellos, se diluye,
Se evapora,
Y apenas fluye
La noche en la hora;
Cuando es ahora
El momento 
De soltar y contraer;
Cuando ansío comprender
Por qué hay cierto
Placer en padecer;
Cuando olvido
Hacia dónde
Se ha me ha ido
Ese querer
O no sé
En qué punto, 
O en qué gota
De rocío 
Lo dejé,
Vuelve el alma
Al rezo
Y al beso
Que no fue. 




lunes, 7 de diciembre de 2015

A Noel

Linda,
Despampanante.
Azúcar, sal
Y picante.
Un dorado
En los colores;
Una flor 
Entre las flores.
Un ruido
Intenso,
Inmenso,
Explosivo.
O quizá,
Un sonido
Parecido
A un cascabel.
También, 
La fantasía,
La magia y
La alegría 
De un niño
En un carrusel.
Y además,
Un poco mía, 
Es Noel.

domingo, 6 de diciembre de 2015

El ombligo

Para no olvidar
Lo digo:
Muy cerquita
De tu ombligo
Hay un lunar
Que es una isla
En el mar.
Para no olvidar
Lo apunto:
Por esas costas
No iré a nadar. 
Punto. 

lunes, 30 de noviembre de 2015

Las palabras

Las golondrinas
Que de mi boca 
Vuelen hacia 
Tu oído
Harán su nido 
Y se irán.
Es cierto. A otro
Norte viajarán.
Se marcharán.
Pero son aves 
Migratorias 
Que en un sonido
Volverán.

Infortunios de Juan

Juan nunca tuvo suerte. No tuvo hijos varones - como hubiera querido - y sus tres yernos le resultaron una gran desilusión. El primero, con suficiente capacidad y visión empresarial como para hacer dinero. También, con el juicio y el carácter necesarios como para tener a su suegro lo más lejos posible de sus negocios - y de su casa -. El segundo, un hombre con escrúpulos y buen corazón, demasiado pobre, honesto y trabajador como para ganarse el respeto de Juan. El tercero, encantador y de familia adinerada, un buen partido para la menor de sus hijas: un profesional que heredará una buena porción de tierras, dentro de varios años, cuando Juan esté muerto. 

Como dije, Juan nunca tuvo suerte: ninguno de sus yernos es estanciero, ni comparte su pasión por el semen vacuno, los fertilizantes o los agroquímicos. Y lo más trágico: ninguno le dará a Juan la seguridad y la calidad de vida que él hubiera querido para él.

Juan tampoco tuvo suerte con las mujeres. A pesar de que fue, en sus tiempos mozos, un galán (un hombre bien parecido, con fortuna y encanto) no tuvo, en verdad, suerte. En principio, quiso casarlo una maniática a quien él - después de un considerable tiempo de noviazgo - le propuso matrimonio; y al parecer, la fulana (hermosa, joven y acomodada) cometió la desfachatez de fijar fecha, mandarse a hacer un vestido blanco y repartir las participaciones. Una demente a quien Juan, con todo criterio, dejó plantada días antes de la boda (y vía telefónica). Pobre Juan: el destrato del enfurecido padre de la novia le rompió el corazón. 

Pero, él siguió creyendo y apostando al amor y a la familia. Varios años después, apareció su primera esposa: un divorcio anunciado que terminó con un archivo completo en tribunales, un álbum de bodas que quedó como un collage de recortes y una hija. Espero que entiendan, ahora, cuando digo que Juan nunca tuvo suerte. La mujer resultó ser una loca que, al parecer, no se dejó humillar lo suficiente por su adorable y dulce esposo, y su suegra - autora intelectual de varios de los infortunios de Juan-. 

Como sea, su primer y único divorcio marcó la historia de toda su vida: una Guerra Santa librada en defensa de su buen nombre y en contra del demonio de su ex, aliada - y casada en segundas nupcias - con un abogado a quien Juan le dedicó más horas de insomnio, borrachera y llanto, que a ninguna de las mujeres que le arruinó la vida.

El desdichado de Juan se encontró, allá por sus treintas, separado y con una hija que ni siquiera sabía caminar; y a quien tenía que atender y, de vez en cuando, cuidar. Créanme, la vida de ese hombre era un infierno. 

Pero, a pesar de su mala suerte, Juan es alguien que toma decisiones acertadas. Así que resolvió que de inmediato debía ponerse en campaña para encontrar una sustituta: novia, amiga, amante, esposa, empleada doméstica, secretaria o niñera, cualquiera que le resolviera el asunto de la crianza de los fines de semana. 

No llegó Mery Poppins. Juan conoció a la antecesora de su segunda esposa: un alma miserable y oscura, con gustos vulgares para la decoración de dormitorios de niñas y un nulo sentido estético para la ropa infantil. Una especie de Cruela de Vil de humanos, con el corazón lo suficientemente oscuro como para no compadecerse de la trágica situación que atravesaba Juan, y vestir a su hija con horrendos vestidos marrones (un trauma que la mocosa nunca pudo superar). Una mujer tan fría como para no complacer los infinitos y múltiples caprichos de su única y adorada hija, que crecía con ínfulas de realeza - como hicieron todas las hijas de Juan-.    

En fin, Juan nunca tuvo suerte. Lo demostró la miserable vida que tuvo con su segunda mujer. Madre de sus dos últimas hijas. Fue una vida de sacrificios, privaciones y padecimientos que tuvo que sufrir su alma incomprendida. Su segunda esposa no fue en verdad su esposa. Se casaron vía Paraguay en un intento desesperado por legalizar el acto y evitar lo que sobrevino. En ese punto, Juan tuvo algo más de suerte que con el primer matrimonio: zafó del doble papeleo, y claro, de toda esa cuestión de la Iglesia.

De lo que no se salvó fue de 20 años de tiranía: dos décadas de esclavitud, látigo y tormento marital, que para su beneficio, gozaron de interregnos. Imagino lo difícil que habrá sido, entonces, estar en los zapatos del pobre Juan. Nadie sabía lo que era tener que batallar en todos esos frentes: una ex mujer que quería verlo en la ruina, una esposa con un hijo varón de un matrimonio anterior. Sí, un hijo - varón con la cara idéntica a la del padre- a quien ella amaba; un hijo y una hija que no eran sus hijos. Y un padre de esos hijos que nunca había puesto un mango para su manutención, y que fue, durante años, un gran ausente y una gigantesca úlcera en la vida del pobre Juan. 

A eso, había que sumarle una hija - "su misma sangre" - que no vivía con él sino con el abogado instigador de todos las calumnias e injurias contra su persona. La idea de que su hija durmiera bajo el techo de ese cuervo detestable, que se había atrevido a llevar una vida más prolija que él y que -para colmo- tenía un apellido más distinguido que el suyo, le causaba náuseas. Quería patearle el trasero 
cada vez que lo veía. Pero sólo una vez - para su desgracia- lo pudo golpear. Episodio que, como imaginarán, terminó de resolverse con embargos y restricciones judiciales en los magistrados.

Juan fue incomprendido durante años. Su segunda mujer no entendió que a él, como a todo el resto de los hombres, le agarró el viejazo a los cuarenta y necesitó tener un affair con una nena de diecinueve. No lo entendió y decidió poner fin a la aventura del pobre Juan, que no tuvo suerte, y le tocó acompañar a una embarazada posesiva a la que no le gustó ser cornuda y lo echó al carajo con una pansa de ocho meses.

Luego, Juan se deshizo de la nena del percance. Esa chiquita era una inmoral y no le convenía. Entonces, Juan conoció a una agradable y linda divorciada con un hijo, que duró dos meses en cartelera. Más hijos ajenos y más propios... No iba a funcionar. ¡Pobre, pobre Juan: tuvo que decirle "adiós" a la vedette del verano! 

Entonces, volvió al yugo. ¡Qué injusticia! Cuán miserable fue la existencia de ese hombre en la infeliz rutina de las obligaciones conyugales. ¡Sí! Vivió durante años una existencia miserable, sin las cosas que para él marcaban su pulso vital: la farra, las minas, el whisky y los amigotes. Qué triste fue para él no ser comprendido por aquella mujer a la que amaba menos que a sí mismo y quien lo obligaba a coartar sus libertades.

Juan nunca tuvo suerte. Al fin de tanto padecimiento - fingidas vacaciones en familia y noches con matrimonios enemigos- decidió experimentar una intensa y apasionada relación con su secretaria, 20 años menor que él. Y como era de esperarse, su situación sentimental fue de mal en peor cuando el asuntito llegó a oídos de su esposa y la bruja destructora de cuentas bancarias le sacó un boleto sin retorno a la concha de la lora e inició una guerra de guerrillas, con sus hijas de rehenes y creativos hostigamientos materiales, que duraron poco más de una década.   

¿Y qué podía hacer Juancito, víctima de toda esa violencia? No tuvo otra opción que "blanquear" a la amante y empezar con ella una relación "estable". Como dije, Juan siempre se caracterizó por sus maravillosas decisiones; y tras 20 años de suplicio por la manutención de hijos ajenos, buscó rehacer su vida sentimental - por tercera vez - con una divorciada, con prole en edad escolar. Creo, que a Juan le encantan los remakes.

Pobre Juan, no tuvo suerte. Cuando se dio cuenta de que dejar a su familia por una mujer 20 años menor no había sido la opción más acertada, había pasado un lustro. Y, tras una seguidilla de asuntos de mayúsculo infortunio, resultó que no pudo desvincularse de la "no tercera mujer", con quien compartía cuentas conjuntas y varias cuestiones comerciales.

Prueba de la mala suerte de Juan: múltiples intentonas de volver con su ex (devenida en neo- amante), mientras pretendía sin éxito deshacerse de la secretaria (devenida en neo- bruja). Digánme, ¿el pobre hombre no tuvo mucha mala suerte? Cuánto infortunio habrá padecido para insistir con la segunda - quien, a decir de Juan, se creía que "era hija de Mitre".

La cuestión es que la no tercera esposa de Juan, tuvo la dicha de soportar el desprecio de una estirpe de "nenas - serpientes- perfectas de papá". También, la suerte de decorar su frente con una elegante cornamenta, una libreta de matrimonio sin firmar, unos hijos de los que Juan nunca se ocupó ("¡Ni en pedo, que se haga cargo el padre!") y un celular que, de tanto en tanto, nadie atiende. ¿Por qué? El pobre Juan no tuvo una vida de suerte. Ahora está viejo, y no tiene ganas de seguir lidiando con las minas.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Historia inconclusa

Somos nada.
Una chispa que  
No se enciende 
Ni se apaga;
Agua espesa
Que huele a podrido, 
Un estanque enmohecido. 
Somos cada pieza
De un juego de mesa
Aburrido y sempiterno;
Somos un cuaderno
Con una letra difusa;
Somos una estúpida
Historia inconclusa.



miércoles, 25 de noviembre de 2015

Yo

Yo soy el mal;
La sal sobre
La herida.
Soy el vicio,
La falta 
De juicio,
La causa
Perdida
Que oscurece
La razón.
Soy la mentira,
La traición,
La locura,
La obsesión.
Soy, además, 
La pasión
Que enardece
La ilusión:
Un antídoto
Letal,
Un salto
Mortal, 
Un laberinto
Sin salida.
Soy un corazón
Que se anima
A la vida.

El abrazo

Justo a tiempo
Me miraste e inclinaste 
Sobre tus hombros 
Mi frente y sujetaste
Un pedazo, un retazo,
De mi alma descosida
Entre tus brazos.
Justo a tiempo
Me viste suturar 
Y desangrar la misma
Herida. me llenaste, 
Y me colmaste, 
De un abrazo 
Para toda la vida. 


viernes, 20 de noviembre de 2015

Despertares

Para que te levantes,
Para que oigas, niño, 
Cuando el jilguero cante
Al naciente día;
Para que amanezcas 
Perfumadito de azahares
Y decores tus andares 
Con la flor de la alegría
Son estos despertares.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

A Bárbara

Desde antes
Te quería.
Cuando no 
Existía en
El mundo 
Otro costado.
Antes de 
Conocer
La virtud y
El pecado
Te quería.
Antes de resignar
Todo bien,
Cualquier mal;
Antes de padecer
De obedecer,
De cuestionar
El concepto
De moral
Te quería.
Quizá, entonces,
De una forma
Instintiva, natural,
Prístina, pura,
Primitiva.
Te sentía
Arrolladora,
Bárbara, brutal 
Imponente, 
Racional.
¡Cómo latías,
Con qué fuerza 
Te expandías
En ese vendaval!
¡Cómo te movías!
Y yo, que 
Lo percibía 
Desde entonces,
Te quería.
Recuerdo ese
Verano: sólo
Tristeza cabía
En aquel banco
- Ya lo dije-.
Sólo tristeza
Hubo antes 
De ese día.
Y, después,
Algo fue blanco.
Al menos, hubo
Alegrías. Mirarte,
Ver en el espejo
El reflejo de la vida.
Acurrucada, arrullada,
Protegida, a salvo
De todo daño;
Como algo propio
Y ajeno, - quizá,
Más mío que
Extraño- 
En cada universo 
Que nacía
Te recibía.
En cada promesa
Te bendecía.
Incluso, más allá
De las palabras
Te quería.
Cuando no había
Verdades que negociar,
Cuando no entendía
Por qué tantas 
Veces fuimos tres,
Por qué una 
Y otra vez
La misma algarabía.
Veintiséis primaveras
Pasaron. Ochenta y cuatro
Estaciones. Apenas, 
Un suspiro, apenas eso: 
Algunas risas, algunas 
Penas, algunas emociones.
¿Quién diría?
¡Veintiséis flores
En tus balcones,
Hermana mía!
Veintiséis flores
Y desde el brote
Ya te quería.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Nostalgia

Cuando es de tarde
Y la flor
Es aún más flor
Porque adquiere
Otro color
Si se tiñe de rocío;
Cuando de noche
La luna, en su redondez,
Me recuerda esta palidez
Del rostro mío;
Cuando pienso 
Una estupidez
Y me lanzo 
Hacia el vacío;
Cuando no sé 
A qué mares 
Me llevará este río,
Cuando siento frío;
Cuando el vino
Tiene otro sabor
Y el pan blanco
No emana 
El mismo olor;
Cuando tengo hambre
Y la fruta se desgrana;
Quiero, niña, ansío 
Ser el sol de la mañana,
El halo de luz 
Que traspasa tu ventana.


jueves, 12 de noviembre de 2015

El portazo

Pegué un portazo y salí. No pensaba retornar. Cuando estuve afuera la llamé y le dije: 
- Estoy yendo a verte. 
Quería fugarme. Irme. Escaparme. ¡No sé a dónde! Lo que sé es que desde hacía tiempo sentía un hondo rencor por mis compañeros de trabajo. Por ninguno en particular, sino por todos en general. Una parte de mí había llegado a despreciarlos. Odiarlos, incluso. 
Yo, que jamás había aborrecido a nadie, ¿en qué momento había juntado tanto resentimiento? Quería saltar por la ventana desde el 5to piso. No me importaba caer al precipicio y estrellarme contra el asfalto, con tal de no pasar ni medio minuto más ahí. ¿Por qué estaba obligado a compartir ocho, nueve, diez horas de las 24 que tiene el día con gente con la que no hallaba ninguna conexión? Sonaba el teléfono. ¡Quería ser invisible! Sonaba el teléfono. Era mi jefe, que  demandaba balances, resultados, soluciones. 
A la recepcionista le pagaban dos pesos con veinte. Ni siquiera podía costear el alquiler. La mujer pasaba por una situación crítica. Todos se daban cuenta, pero hacían la vista gorda. Yo también lo notaba, aunque no era como el resto: no toleraba la injusticia. Así que, una mañana fui a la oficina del director: 
- ¿Sabe que Marta llora a diario? ¿Sabe, usted, qué le pasa?
El tipo me miró. 
- Estoy ocupado, ahora. ¿No ves?
Volví en silencio a mi box. Caminé despacio, cabizbajo. Me senté, miré los mails... Pasé los minutos, las horas. Pasé el tiempo. Pasé la jornada y me fui. Al día siguiente, en mi horario habitual, regresé a la oficina. Marta no había llegado. No quise preguntar. Lo imaginé: la habían despedido. 
Me enfurecí. Experimenté una profunda ira. Era el sistema, las reglas del juego que yo aceptaba y que acepté durante más de dos años, hasta que tomé coraje. O quizá, fue el hartazgo - no lo sé-. Pero me hice de valor, pegué el portazo, la llamé y le dije: "Estoy yendo a verte".

viernes, 30 de octubre de 2015

Lucía

Puede que te olvides
De estos versos,
Puede que te olvides
De este día;
Puede que te olvides
Quién fue, incluso,
Esta loca que
Te quería.
¡Pero acuérdate:
Fue Lucía quien
Te ha escrito
Una poseía!

Rima

¿Qué hay, niño, 
Detrás de tus ojos?
¿A qué abismo
La mirada se
Me inclina 
Al besar tus
Labios rojos?

Insomnio

¿Por qué no duermo,
Dices? ¿Acaso,
No lo ves?
¿Por qué preguntas
Cuál la causa
De mi desvelo es?
¡Qué no son
Los zorzales
Ni es su canto
El motivo de mis
Males! Tanto
Es, niño, y tal
Es el encanto
Que de día
Ando entre sueños
Y de noche
Me levanto.

sábado, 10 de octubre de 2015

Eras y el mundo

Eras y el mundo
Se detuvo. 
Eras. Éramos
Todo o quizá,
No fuimos nada
Para otros.
Para mí, 
La esperanza
En la mirada.
Eras y al ser 
Quedó la tarde
Diluida, adormecida,
Como flotando 
En ella, mansa, 
Tu imagen.
¿Cómo no verte?
¿Cómo no ser 
Aquel paisaje?
¿Cómo no emigrar
A ese Occidente?
¿Cómo no ser 
Agua de la fuente
O vuelo de la alondra?
Si eras y el mundo
También, era 
La ausencia sin anhelo,
La paz en tus ojos
De sombra. 








jueves, 8 de octubre de 2015

Primavera

¿Te dije que te quiero
Con el alma que ve las cosas
A través de los colores
De las flores del jazminero?
¿Te dije, acaso, que te quiero
Cuando no estás y es primavera
Y a donde quiera que voy
Soy jardín sin jardinero?
¿Sabrás, ahora, que te quiero
Siempre vivo, siempre lleno
Fresco, frutal, florido,
Robusta copa de limonero?

¿Te dije, entonces, 

Que te quise
Hasta la raíz 
Del brote oreado
Del verso enamorado 
Que todo dice?


lunes, 28 de septiembre de 2015

Obsecuencia

Tu boca me hace divertir
Explotar y dar vueltas
Y me quiero morir.
Y si te abrazo,
Y si te suelto,
¿Me dejarías ir?
¡Eso invita a sonreír!  
Y pensar en la locura
De olvidar la compostura
Una tarde, en tu cintura.
Es mi culpa esta obsecuencia,
En que sufro y me obsesiona
De tu boca, la inocencia
De tus notas, la frecuencia.
También, eso me apasiona.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Ironía

Construcciones medievales:
Callecitas, puentes, catedrales,
Que una vez fueron nada
Ahora nos miran pasar

Al otro lado del Hades.
Y, de la arcilla animada
Mofarse, del trágico destino

Del hombre, que peregrino,
Subsiste, en su espejo, y halla 
Reflejo del raciocinio animal
En la madera, la roca o el metal.

¡Cuántas generaciones
Han cruzado, cuántas almas
Implorado, cuántas letanías...!

La obra persiste. Esa es la ironía.







sábado, 5 de septiembre de 2015

Un recuerdo

Te vi pintar un papel
Y volverlo un damero,
Un tablero de ajedrez,
De blanco y negro, los casilleros.
Mis ojos, exiliados,
Del juego entre caballeros
Migraron de la partida
Hacia el cuaderno.
Te ví frío. El mismo invierno
Me pareció tu cabeza:
Asentía, negaba, 
Dirigía cada pieza. 
Como un hilo
Que a una marioneta mueve.
Así, también me sentía.

viernes, 28 de agosto de 2015

Londres

Si nos perdemos, niña,
Volvamos por aquellas callecitas:
Queen´s Gate y Queen´s Gate,
¿Recuerdas la intersección?
Esa esquina infinita
De la vida cosmopolita,
Donde tu alocada risa
Llovió en Londres
Y fue un chaparrón. 
Un mapa húmedo,
Y un paraguas llevo
Por si avecina, 
Quizá, un nubarrón.
Guardo esa ciudad 
Y tu risa
Alborotada, en un eco, 
Con mi risa.
Las llevo conmigo
Cerca del corazón. 

lunes, 24 de agosto de 2015

"Move on"

Iba tan triste de rojo
Que el rímel cayó
Como una mancha de crudo
Sobre el tapizado;
Y al verme dijiste alguna estupidez
Como "Te queda lindo el pantalón"
(Un jean de Abercrombie
Que jamás hubiera comprado).
Y te miré y no hubo nada,
Excepto una mesa,
Un océano,
Y una frase de almanaque
En tu perfecto acento inglés.

lunes, 10 de agosto de 2015

Manos

Quiero tomar tu mano entre mis manos. 
Reposar tu palma junto a las mías. 
Envolverla.
Sentir el tacto de tus dedos, 
Que nuestras formas se confundan 
(Sin que se contaminen).
Sé que tus manos son blancas y prolijas 
Como hojas vírgenes.
Deseo escribir sobre ellas: 
Decir que son de mármol, 
De sal o de ébano.
Quiero conocer tus manos. 
Volverlas tangibles. 
Murmurar el secreto de sus curvas, 
Confesar sus detalles, 
Recitar sus líneas. 
Decirlas, saberlas, dibujarlas, esculpirlas.
Quiero recordar tus manos, 
Descansadas y plácidas, 
Inclinadas entre las mías. 

viernes, 7 de agosto de 2015

Habrá otro tiempo

Habrá otro tiempo
Para el olvido,
Habrá otros juegos.
Quizá, que enciendan
Aquellos fuegos
Que hemos perdido.

Habrá otro cielo para mirar.
Habrá otra luna.

Y habrá días
Con la espuma
De las labores,
E instantes sordos
De melancolía.

Tal vez, me empape
De lluvias y de flores,
Y vuelva sola y llena 
De calles vacías.

Y haya otras vísperas
Para olvidar que te quería.

lunes, 3 de agosto de 2015

Consecuencias de la saña

Como el fuego  
Que arrasa y devora
Y abraza las formas
En una llama indivisa,
Eso dijo de mi afecto:
"Una pasión enfermiza".
Extinguió el humo el deseo
Del incendio, ni cenizas.
¿Si el amor consume?
¿Si es una hoguera?
¿Si quema y destruye?
¿Si es una quimera?
No lo sé. Tan solo, un fuego fatuo
Encendió una llamarada
Que avivó y ardió en un cuerpo
Y en un alma equivocada. 

martes, 30 de junio de 2015

A Oyuela: poeta, ensayista, escritor y crítico literario

¿Qué diría Oyuela
De estos versos?
¿Qué apuntaría
El célebre poeta
De las vulgares rimas
De su tataranieta?

¿Qué nota al pie 

Redactaría, 
El avezado ensayista,
El crítico hispanista,
De la prosa indecorosa 
E incongruente 
De su lejana pariente
Que, poco pertinente,  
En cuarta línea sucesoria,
Escribe un poema inoportuno,
Jactándose del vínculo
Con un difunto
y sin mérito alguno?

"De gracia carece la

Literatura a que 
Se inclina presta
Falta de talento,
Gracia y testa. 
Que nos haga los honores:
Que elija de los males 
Los menores y se dedique, 
Por Cristo, a otras labores".

O quizá, la iniciaría 
En el arte, del que fue 
Afamado y ducho:
"No importa si poco
O si mucho, se imprimen 
Los textos. Tinta
Y papel son aladas
Fuentes de inspiración
Para un corazón 
Que se inquieta 
Con un alma aprisionada
Que al empuñar una pluma
La vuelve su espada.
He, aquí, mujer, mi consejo: 
Halla una vida apasionada,
Un camino de espinas
Busca en tus versos.
No elocuentes rimas;
Que la pompa es alcanzada 
Por la carne, que finada,
Tórnase inanimada.
No confundas ni quieras 
Encontrar la gloria
En perpetuarte 
En la Historia:
¡Que el ánima no necesita 
De laureada coronita! 
Atesora en la memoria
Del Libertador, la frase 
Por él legada, y has 
En ella tu morada:
"Serás lo que debas ser
O sino no serás nada"".



viernes, 26 de junio de 2015

Victoria

Volveré a oír tu risa 
Y en un eco seré 
Una forma plena e 
Indivisa. Una esfera
De dolor y encanto,
De alegría y llanto.

Volverás y vivirás 

En esa atmósfera, 
En esa cercanía, 
Tan tuya y tan mía.

Y seré liviana 

Como una brisa;
Y serás, hermana, 
Un espacio sin tiempo
Y sin prisa. 


jueves, 25 de junio de 2015

Saña

¿No te envió, mi aliento,  
El beso monástico  
Aquella mañana?

¿No me oíste maldecir 

Y suplicar, y volverme
Hereje y puritana?

¿No sentiste el fuego

Que enardeció
El desencuentro?
¿No me viste caminar
Por el desierto?

¿Qué no sabes 

Que he vagado
Y te he encontrado
Como un espejismo 
Adentro mío?
¿Qué no ves que 
Voy a saltar 
Hacia el vacío?

¿No escuchaste 

Aletear a las palomas 
Con el redoble de campanas?
Y éstas ensañadas ganas ...


viernes, 19 de junio de 2015

Confesiones de una desprolijidad

Esta historia no me pertenece. No es mi creación o producto de mi inventiva. Lo que voy a narrar no es ficción, sino el relato de una serie de acontecimientos que fueron forjándose como hierro, tejíendose como seda, antes de que me fueron confesados. Esta es la historia que me contaron, una historia de seducción y de placer, que como tantas otras narraciones eróticas, tiene lugar en un hotel porteño.

Contiene escenas de sexo y de violencia; así que si no están dispuestos a conducir sus límpidos pensamientos por los oscuros senderos que con ella fueron trazados, simplemente enciendan la televisión y miren otro capítulo rosa de la telenovela rosa de las veintiuno. 

Si por el contrario continúan con la lectura, quedarán con ganas de ponerse más y más 
húmedos. Elijan, señores, su propia aventura. Yo no revelaré bajo ningún punto de vista la identidad de quien me la confesó: la protagonista, alguien a quien aprecio y admiro, y a quién denominaré en adelante, "Perra Sexy" o "ella".

Algunas de sus características (para que puedan delinear el tipo de personaje del que estamos hablando): ya dijimos que es una perra sexual en todos los sentidos en que una mujer puede serlo. Un lindo quilombo: original, resoluta, independiente y con una dosis extra grande de pimienta. Una mina intensa en sus emociones y en la forma de expresarlas. Un terremoto con el culo y las tetas perfectas. ¿Piernas? Perfectas ¿Ojos? Amarillos como los de una pantera. ¿Boca? Carnosa. Un animal. Una perra.

¿Él? Un jeque occidental con gustos excéntricos. Dueño de propiedades en Miami y en Nueva York, un Mr. Grey modelo 504. Un gánster a la vieja usanza: dedicado a los negocios, al lifesyle, al whiscky, a las putas, a los viajes y al lujo. Un cincuentón sibarita y amante del bon viviant. Capricho hasta los huevos. Un seductor. Una máquina de opulencia, demandante y decidido con un sex appeal impresionante. Prolijo, impecable, perfumado. En dos palabras: un cazador. Lo llamaremos "Hunter" o "H" 

El cazador y la presa están a punto de encontrarse en el lobbie de un hotel de Recoleta. El asunto: negocios. El mundo ejecutivo brinda oportunidades magníficas para encuentros sexuales con desconocidos. 

Ya en el lobbie del hotel, él carga una bala y pone el ojo en la mirilla. Se ven a lo lejos, ya se gustan. ¿Se gustan? Recalculando... Se encantan. ¡Boom! Explotan como pirotecnia en la ropa interior.

Ella se presenta: "Hola, soy Perra Sexy" - dice su nombre y alguna cuestión adecuada para una reunión laboral-. H ni siquiera la escucha. Ve cómo su boca articula algunas palabras, pero sólo puede pensar "¡Qué hija de puta!". Ya hay entre ellos demasiada tensión sexual como para no resolver el problema.

¿En verdad es un problema? Claro que no. Hablan de un asunto que a ninguno le importa. Ella se muerde el labio, él le roza la rodilla con su mano ancha y masculina, y (sin preguntar) encarga café. Lo beben sin prisa.

H hace un gesto con el brazo derecho para llamar al camarero. Luego del café se retira el tercero en discordia: un socio irrelevante y molesto, que no tiene nada que hacer ahí más que irse de una buena vez. ¿Un socio? - pensarán- Sí. Un sujeto cuya presencia en escena es decorativa y desatinada (motivo por el cual no fue introducido en el relato, aunque tal decisión viole las normas de la narrativa convencional).

H ordena dos vodkas. Los toman, se rien, hacen contacto visual, se miran los labios. Otro gesto al camarero:

- "Dos vodkas más" - sin consultas ni por favores.

- "Sí, señor".

El mismo coqueteo potenciado por los efectos del alcohol y el estómago vacío. Son las 12 del medio día. Se despiden. Saben que se van a coger muy fuerte.

Perra Sexy llega a su casa. Se desviste y enchufa el Iphone que se está quedando sin batería. Apenas tiene tiempo para darse un baño y almorzar, antes de volver al laburo. Todavía está un poco ebria. Entra a la ducha y enjabona su espléndido trasero, mientras piensa que el tipo del hotel aparecerá por la tarde. Si hay algo que esta bestia tiene es olfato con los machos.

Son casi las siete cuando recibe un nuevo mensaje de whatsapp:

- Hola. Voy a estar hasta el martes en Buenos Aires y no me quiero ir sin dártela, pedazo de hija de puta.

Ese no fue el verdadero mensaje. Pero no hace falta ser un exegeta para interpretar el texto - que a todas luces tiene ese significado -.
  
Se encuentran en el mismo hotel a las 9 pm. Ella no quiere atrapar la sortija. No quiere jugar. Fue a lo desconocido y a lo seguro, con el vestido más corto y escotado que encontró en su placard: una prenda minúscula que apenas cubre sus partes íntimas a falta de ropa interior. No pretende que él haga esfuerzos adicionales para quitársela. Después de todo, H no tiene que hacer algún mérito, excepto cumplir con el único requisito que le demanda el contrato implícito que firmaron: reducirla y hacerla estallar.    

H: - Señorita, quiero esa mesa.
Metre: - Está reservada, señor.

Hunter saca de su billetera un fajo de dólares. Diseney es magia; la mesa está disponible. Se sientan. 

H: - Señotita - a la camarera -, dos whiskys. ¿Qué vas a comer? - a ella -
PS: - Gracias. Ya cené.
H: - No. Algo tenés que comer.
PS: - Bueno. Lo que vos quieras.

Toman un par de bebidas y la conversación empieza a elevar el tono:

PS: - ¿Me querés coger?
H: - ¿A qué viniste, sino?

Hay pausas como sorbos y nervios como risas. La química es evidente, pero es más que una simple calentura lo que sucede: hay un componente erótico vinculado al poder y a la experiencia de la sumisión, que es más excitante y violenta cuando el sometido intenta revelarse.

PS: - Si podés, digo... Tenés la edad de mi viejo.
H: - Tu viejo nunca se imaginó que le iban a coger tan bien a la nena. 

Se abalanzan, se besan, se muerden, se tocan, se excitan en público como si no hubiera nadie en el salón o como si el hecho de ser mirados por la gente, los exitara todavía más.  

PS: - Vamos a un cuarto.

Si ella da un paso. Él, dos. 

H: - Terminá de comer.

H paga y deja una abultada propina sobre la mesa.

H: - ¿A dónde tenés el auto?
PS: - Lo dejé en un garage a tres cuadras.
H: - ¿Por? Se lo hubieras dejado al valet parking.
PS: - Sí. No me avivé.
H: - Despertate, bonita. La vida pasa rápido.

Están en la habitación 1208, una suite exquisita, pero no es suficiente. Hunter levanta el teléfono para comunicarse con la recepción:

- Hola, ¿quién habla?
- Buenas noches, señor. Habla Vanesa.
- Hola Vanesa, estoy en la 1208, pero quiero una suite con jacuzzi, ¿Cuáles tenés disponibles?
-  Con jacuzzi... 1508, 3356, 5895 y 1047, señor.
- Ok, Vanesa. Nos pasamos a la 1047 y te pido que me suban un Don Perigon.

Ella lo lee. El cambio de dormitorio es parte de una estrategia meta- discursiva: "Todos van a hacer lo que me canten las pelotas. Vos también". Un mensaje efectivo: el dinero es una de las caras más visibles del yugo y el poder tiene indiscutibles propiedades afrodisíacas.

H: - Quiero mirarte.

H se reclina sobre un chesterfield de cuero marrón. Se quita los zapatos, también de cuero marrón. Lo atrae la idea de verla desnuda durante un rato. Verla sentada, sin ropa, indefensa, al borde de la cama. Desea estar quieto, en silencio, mientras termina de beber el champagne con hielo en el vaso de trago largo que, cada tanto, hace bailotear con la mano derecha. Algo está elucubrando. El es la clase de persona que no detiene su actividad mental y a quien hay que temer cuando parece que su mente entra en reposo, porque en ese preciso instante está determinando cuál será el próximo paso. 

Perra Sexy se desviste. Tiene las tetas perfetas: los pezones rosados y la caída justa de las lolas operadas; las piernas firmes, el pelo lacio le cae con gracia hasta debajo de la cintura, sobre la espalda. Linda, pero sobre todo, muy sensual.   

H: - No comimos postre. ¿Te gusta el helado de crema con frutillas?
PS: - Sí.
H: - Entonces vas a comer helado de crema con frutillas.
PS: - ¿Y vos?
H: - No. Vos sos mi postre.

H vuelve a llamar a conserjería y pide que le traigan un kilo de helado con frutillas naturales. Un pedido exótico para una época del año en la cual conseguir frutillas en Buenos Aires es  una odisea.

Perra Sexy está recostada sobre la cama cuando ve que H deja ingresar al cuarto a un camarero. Al tipo se le van los ojos como si estuviera frente a una pantalla gigante con imágenes del carnaval de Brasil. Imposible no desviar la vista, aunque sea por reflejo. El espectáculo incomoda lo suficiente al mozo, que apoya la bandeja sobre una mesa y se dirige con la mirada hacia abajo, hasta llegar a la puerta. Antes de cerrarla, pregunta con voz tímida: "¿Necesita algo más, señor?". No tuvo respuesta. 

H se abalanza sobre Perra Sexy y le empieza a frotar el clítoris, al mismo tiempo que su la lengua frenética entra y sale de la cavidad bucal. Cuando ella alcanza el climax detiene el  movimiento de sus dedos por el cuerpo minúsculo, carnoso y eréctil de esa bomba con mirada de mujer.

H: - ¿Estás lista? 
PS: - Sí.

H se quita la ropa con elegancia, toma el pote de helado y las frutillas y embadurna el metro sesenta que ella tiene de carne. Después, toma las frutas con la boca y, de a una, se las deposita entre los labios, mientras que ella va masticándolas y tragándolas en una posición incómoda. Ella experimenta varias sensaciones de agrado y de displacer al mismo tiempo: la piel helada y el roce de la lengua haciéndole cosquillas al pasar sobre la entrepierna. La situación es extraña, pero no puede negar que es lo más fascinante que le pasó en sus revoltosos 30 años: "¡Una locura!, piensa".

Se miran. Se desafían. Él la toma fuerte del pelo que crece detrás de la nuca y sin preámbulos, la da vuelta y la penetra. Se cogen como perros - varias veces - y se muerden y se babean como perros; y gimien y sudan en un ambiente humedecido, donde cada movimiento es excitante, viscoso y reñido. Hunter dice muchas y muy tupidas palabras muy, pero muy sucias y la abofetea, con una fuerza calculada que puede infringir un dejo de dolor hasta que amanece. 

H: - ¿Qué vas a desayunar?
PS: - Nada. No desayuno.
H: - Algo vas a desayunar.

Desayunan café con leche y media lunas de manteca. Siguen desnudos. 

H: - ¿Necesitás plata?
PS: - Me estás faltanado el respeto, le dice con absoluta sorpresa.
H: - No, no. No lo tomes a mal. Pero pienso que podés necesitar plata. Sólo eso. Por favor no te ofendas.
PS: - OK. ¡Un poco fuerte tu comentario! - se rie nerviosa-. Solo por curiosidad, ¿qué día cumplís años?
H: - El 18 de diciembre.

Perra Sexy sonríe. 

H: - ¿Y vos?
PS: - El 18 de diciembre.
H: - ¿En serio? ¡Qué loco! Me quedo hasta el martes en Buenos Aires. Quiero que te quedes conmigo. Por favor. Te lo estoy pidiendo por favor y creeme que nunca pido favores. ¿Qué decís?
PS: - No puedo, tengo que laburar. 
H: - Cuando vuelvas de trabajar te podés quedar a dormir.
PS: - Hoy tengo el cumple de mi mejor amiga.
H: - Decile a tu amiga que estás con un tipo que te está cogiendo bárbaro y que no rompa las pelotas. ¡Ya sé!: le compramos un regalo muy costoso: una cartera o unos zapatos bien caros en el shopping de enfrente. Así compensás. Se lo llevás el martes, cuando me vaya.

Perra Sexy se volvió a reir.

PS: - Gracias, pero no.

Aquella mañana me llamó para confesarme que se había metido en la cama con un cincuentón atrevido y ricachón que la había seducido, sometido y humillado. Me contó que salió del hotel y caminó por la Recoleta vestida como una prostituta a media mañana de un jueves. Me comentó que las tres cuadras que caminó hasta el estacionamiento fueron larguísimas: que tuvo miedo de que la detuviera la policía, que las viejas paquetas de la zona la miraron con cara de asco y que casi provocó un accidente entre un colectivero y un ciclista que se distrajeron cuando ella, también distraída, cruzó la calle. 

Además, me dijo que era la primera vez que había ido a una cita con el claro propósito de ser subyugada y que H había cumplido a la perfección con su parte del trato implícito en el mensaje de whatsapp. 

- "¿Entendés? Fue así: ¡Puf - Puf - Puf! Te juro, demencial. Hubo fuegos artificiales" - Me explicó del otro lado del teléfono.

Esa noche, ella vino a mi cumpleaños. Antes de irse, me saludó y en un susurro: "Recién le mandé un texto. Vuelvo al hotel".