Son tres o cuatro gatos los que a diario saltan el muro para darse cita en el patio trasero y recibir su ración de alimento. A simple vista parecen gatos comunes, pero no lo son. Forman una pandilla que podríamos llamar “los troskygatos” y discuten acerca de las políticas que afectan al vecindario.
En la agenda de hoy, la orden indica debatir un asunto de
vital interés: simpatizar con los humanos o mantener la relación hostil.
El comité gatuno está formado por "El Gordo Pablo",
líder sindical y dirigente de la organización de ultra izquierda,
"Movimiento Insurgente de Animales Unidos - MIAU". Pablo representa
el ala más radical de la intransigencia felina junto a Confite, Secretario de
la agrupación por la lista Atigrada del Felinismo Combativo. Confite es
quien maneja las asignaciones partidarias. Todo lo que entra y sale de la caja
pasa literalmente por sus garras.
Ernesto o "Tito" es el cerebro del grupo, el monje negro
que mueve los hilos detrás de sus influencias mediáticas y campañas
propagandísticas. De corriente marxista-leninista, es profesor emérito y
ex titular de la cátedra de Economía Solidaria de la Universidad de los
Bigotes. También, es columnista de la revista Infogatos, en donde publica sus
filosos artículos.
Ya en la medianera se
los escucha:
- ¡Malditos humanos! ¡No son comunistas! ¡Quieren
domesticarnos, doblegar nuestra voluntad! ¡Ahí está el asqueroso polizón
canino que vigila su propiedad! ¿Acaso no es suficiente prueba de que son
unos cerdos capitalistas? No podemos confiar en ellos - vocifera Pablo y
luego se relame una de sus patas delanteras.
- Nos alimentan todos los días. ¿Qué se traerán bajo la manga? -
pregunta Confite.
- Queridos felinos, debemos poner en marcha un plan para
averiguarlo. Sé exactamente quién y cómo podría ejecutarlo - afirma Tito
mientras mastica un repugnante copo de alimento balanceado con sabor a
queso.
El cuarto animal se asoma por el tejado: una gatita blanca de
contextura pequeña con un antifaz formado por una graciosa mancha
beige que va de un lado al otro del rostro y se extiende hasta la nariz.
- Les presento a Kitty, escribe para la sección "Ratas y
Ratones". Trabaja conmigo en la redacción – le dice Tito a sus camaradas.
Kitty o Katia - tal es su verdadera identidad- es una doble espía
de origen mestizo, controla células con base en Moscú y en Londres, "vende" información al partido
comunista y colabora con Tito en operaciones encubiertas.
- La propuesta es la siguiente - continúa Tito-. Kitty ingresará a
la vivienda. Una vez adentro, podrá recabar datos vitales sobre el objetivo.
Luego, analizaremos los riesgos y evaluaremos las pérdidas materiales por la
ruptura definitiva o, si amerita, un escenario de potencial acercamiento y
diálogo. ¿Patas a favor? -todas - ¿En contra? -ninguna-. Se levanta la sesión
hasta obtener novedades.
Son dos o tres ventanas las que se abren a diario para ventilar la
propiedad. Esto sucede alrededor de las 10 de la mañana. El evento constituye
un hábito, por lo que no figura en ninguna agenda.
Incluso desde el patio los gatos no ven más que la cama
matrimonial, ubicada al centro de la pieza; aunque a cada uno de sus laterales
hay una mesita de luz con un velador y detalles de menor importancia. La puerta de la
habitación está ubicada al otro extremo, en forma perpendicular a la ventana.
Luego, hay un pasillo angosto que comunica el ambiente con el baño y el living,
y en este último está la puerta que da a la calle.
La segunda ventana, ubicada en otro de los dormitorios, y una
tercera, amurada en la pared frontal de la cocina, no serán de interés para
Katia, dado que no son recursos necesarios para su infiltración.
A eso de las 10:30, la señora propietaria abre la puerta de casa
para dejar salir a la mascota canina con el simpático paseador de perros. Se
saludan con un gesto y el sujeto parte con la manada de monstruos para dejar al
can de regreso en el término de 45 minutos o - a lo sumo- una hora. Ese evento
también constituye un hábito.
En la agenda de Kitty figura un suceso de importancia mayúscula: es el día de la "Operación
Filete".
Dos saltos hubiesen sido necesarios para ir desde el techo hasta
el patio e ingresar al cuarto principal. A ella le bastará uno. Y un rápido
desliz de sus cuatro patas por el piso de parqué para refugiarse debajo de la
cama.
El olor a atún que se desprende de una lata en la basura, al
otro extremo de la casa, la distrae unos segundos. También, el cadáver de
una cucaracha voladora que yace oculta debajo de una mata de pelusa al pie de
la mesa de luz, junto a la pared.
Toma aire, se rasca el lomo con el hocico y comienza su trabajo de
campo.
Nota mental 1: la casa está habitada por dos individuos
caucásicos, uno femenino y otro masculino, ambos de unos 40 años.
Nota mental 2: se refieren al canis familiaris como Minnie.
Nota mental 3: Disney es el mayor símbolo de la colonización
cultural del imperialismo en Latinoamérica.
Nota mental 4: los habitantes mantienen relaciones de producción
con entidades a las que denominan "empresas", a cambio de un salario.
Nota mental 5: la remuneración que perciben es la suma del ingreso
familiar.
Nota mental 6: el ingreso familiar es menor en términos reales año
a año, debido a la inflación.
Nota mental 7: adhieren a los valores del progresismo.
Nota mental 8: no perciben beneficios adicionales en concepto de
intereses u otras formas de plusvalor.
Nota mental 9: se identifican en sus costumbres con la
burguesía.
Nota mental 10: el gasto mensual de nuestro alimento significa el
uno por ciento de los ingresos familiares.
La nota mental 11 es interrumpida por la dueña de casa, que cierra
la ventana por la ventisca. A Katia sólo le falta recoger algunos datos para
dar por concluida su labor. La evidencia recogida hasta ahora indica que los
humanos cooperan con el sistema y que no participan del socialismo, ni en la
práctica ni en los valores, ni de la simbología, ni de ninguna otra forma
utópica de manifestación cultural.
Katia intenta reformular su nota mental número 11, que vuelve a
interrumpirse, esta vez, por el chirrido de apertura de la puerta de
calle y el jadeo de Minnie.
- La traje un ratito antes - dice el simpático paseador canino, y sin más detalles saluda y se va.
Apenas olfatea a la gata, el polizón canino activa su mecanismo represor y coercitivo en defensa de la propiedad privada, alzando la guardia con una batahola de ladridos.
Katia, que trabaja en absoluto silencio en su centro de operación táctico entiende que aplicar el protocolo - poner cara de gatita indefensa y tierna- es la única manera de salir con vida. Además, le preocupa su imagen. Sabe que ha fracasado en su misión y que necesitaría ocho o nueve vidas para reconstruir su reputación de agente.
- Gordi, ¿qué le pasa a la perra? Hay algo debajo de la cama – se alerta el individuo caucásico femenino-.
- ¿A ver? ¡Es un gato! – dice el masculino.
Minnie gruñe histérica, intentando atrapar a la intrusa entre un manotazo y otro por debajo del colchón, con las encías desencajadas.
- Ay, ¡me parece que está muy asustado! Tenemos que encerrar
a la perra en el patio para que se anime a salir – dice la dueña de casa.
Pablo, Confite y Tito esperan recibir el informe especial de Katia para retomar la sesión, deliberar y sentar dictamen. Tito enciende un cigarro tras otro, tose y vuelve a fumar. Cuando por fin recibe el documento esperado, da una última pitada, arroja la colilla, abre el sobre de un zarpaso y espeta su contenido:
"Estimados compañeros,
No sin vergüenza, debo confesarles que la Operación Filete
fracasó. Fui descubierta por el polizón canino y encontrada por los humanos,
quienes me proporcionaron una vía de escape. Por lo demás, no tengo más
que gratitud para con ellos".
Después, siguió leyendo la transcripción de las 10 notas
elaboradas.
- El texto es concluyente – afirmó Tito- Entablar relaciones
de cooperación con los humanos es la opción más razonable. Salvaron a una
de los nuestros. Propongo entregarles una ofrenda en señal de gratitud. ¿Patas
a favor? Todas -¿En contra? - Ninguna-.
Fueron dos o tres días los que hicieron falta para juntar las
plumas desparramadas por el patio.
- ¡Gatos de miércoles! ¡Dejar una paloma destripada al pie de la
puerta!
- ¡No les damos más comida! Se acabó.