sábado, 23 de marzo de 2019

Ansias

Aquella obra había empezado muchos años antes. Había gestado sus diálogos, que eran una transcripción más o menos fiel de mis propios pensamientos: conversaciones, siempre fantásticas, que mantenía en mi interior con ella. Esa noche los telones se abrieron con fuerza y el calor de los reflectores fue apenas un destello. 
Al bajar del escenario la llamé por teléfono. Quería escuchar su crítica sobre la función: la composición de los personajes, su cohesión y verosimilitud discursiva, y la calidad de las representaciones actorales. No atendió. La busqué entre la multitud. Nada. 
Me dirigí al camarín. El resto del elenco parecía disfrutar del éxito del estreno a sala completa. Yo, que todo lo había expuesto en cinco actos, eternos como cinco vidas, me quité el maquillaje y vi una nota con una rima, escrita en su puño y letra:

"¿Qué ansias te provoca
el mal que me reclamas?
¿Qué alivio buscas en tu duelo?
¿Acaso al ver el cielo
no ves que la luna es redonda?
¿No ves que mis pies
van detrás de otra sombra,
que mi mano no te toca
y mi boca no te nombra?"

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