viernes, 22 de marzo de 2019

¡Un día hermoso!

Más o menos, así fue el día: salí de casa volando. Antes, me pinté las canas con rímel (no tuve tiempo de ir a la peluquería en la semana), me puse el vestido más acorde que encontré, agarré un paquete de galletitas y salí, sin medias.
Subí al auto. “¿Cómo es esto? No debe ser tan difícil”. ¡Imposible! Primer llamado teléfonico de la mañana a mi marido para preguntarle cómo arrancar el coche. No contestó. Mensajes varios a ver si, con algo de suerte, alguna amiga me ayudaba. Nadie. Ya se me empezaba a hacer tarde. Tenía que estar a las 8:45 en un canal de televisión (por una campaña que ayudé a difundir).
“¿A quién llamo?”. ¡A papá! Diez minutos con papá de asistente remoto para arrancar y poner reversa. “Genial, esto es muy fácil”.
Panamericana. “¿Tengo que ir todo en D?”. ¡Qué miedo! Otra vez al teléfono, pero ahora, manejando por la autopista.
Me atiende una amiga:

- Boluda, escúchame, estoy con el Fit por Panamericana. ¿Tengo que ir todo en D o tengo que hacer algo si acelero y freno de golpe, por ejemplo?

Me explicó. Llegué a destino. Bajé del auto. Me resbalé y me caí redonda al piso. ¡Bloom! Torpeza en su máxima potencia. Me levanté con la mayor gracia posible e intenté desestimar el papelón que había hecho frente a unas colegialas:
- Señora, ¿está bien?
- Sí - pendeja- Gracias - por hacerme sentir como una anciana decrépita -.

Muerta de hambre (todavía no había desayunado) saqué las galletitas de la cartera. ¡Te lo juro! Mordí una y “track”, un pedazo de muela (de las de adelante). “¿Es joda?”
El teléfono en llamas. Mails y mensajes de Whatsapp. Todo por una noble causa. Los clientes del catering reclamando presupuestos no enviados y otras cuestiones laborales sin responder.
El asunto en el canal ok. Excepto porque una productora me llamó la atención por un asunto obvio:

- ¿Estás difundiendo la campaña de las dos medias y no te las pusiste?”
Sonrisa falsa y:
- Sí. Es cierto. Típico. En casa de herrero...

De ahí a una redacción y de ahí a una radio, y a otro canal. Una gira mediática con la muela rota, la rodilla lastimada y blanca como María Kodama.
El dentista, obvio, me dió turno para el 2054. 

- A ver, es urgente. Sí, ya sé que no dan sobreturnos. Pero es urgente - 
Agendado para dentro de dos semanas.

Llegué a casa, a última hora, a ponerme al corriente de lo que era importante: cotizaciones pendientes. Sin internet. ¡Fibertel y la que te re contra re mil! Y podría haber escrito toda esa letra, porque por un segundo la hice mía, “Maldición, va a ser un día hermoso”.

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