viernes, 24 de agosto de 2012

Líneas

Te pareces a mi padre,
Brillante y soberbia.
Eso era lo que él amaba
Y eso, lo que yo temía.
Sus palabras eran siempre,
Espadas en mi garganta,
La mirada inquisidora
La expiación.
Entonces, la sangre nos reunía
Para sacralizar, con el pan,
La casualidad del apellido.
Como dos átomos disgregados
Que mutuamente se rechazan,
Así somos:
Dos líneas intrínsecas
Que se cruzan en un punto
Y jamás vuelven a encontrarse. 

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